El gobierno de Macri invertirá U$S 15.000 millones en dos centrales nucleares, mientras solo destina U$S 1.800 millones en renovables. La minería a cielo abierto de uranio es combatida en todos los pueblos cercanos a los yacimientos.
Andrés Arnone
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA)

El mismo se presenta como una alternativa a la producción de energía basadas en petróleo, gas y carbón, sin embargo tiene más inconvenientes que ventajas. No negamos la posibilidad de futuros avances, ni los usos actuales en la medicina nuclear, sino que hacemos un análisis sobre los efectos concretos en la salud y vida de los trabajadores y sectores populares. Posiblemente puedan existir en algún momento desarrollos de otros modelos de reactores no basados en uranio, más convenientes por no tener residuos radioactivos, o el eventual descubrimiento que les permita funcionar décadas o incluso siglos, y con operaciones de minería tendiendo a cero.
Desgraciadamente ninguno de estos casos se aplica a las plantas nucleares realmente existentes en el mundo, ni en las que planea construir en los próximos años el macrismo a partir de los convenios con el gobierno chino.
La “herencia” del kirchnerismo
El convenio realizado prevé un costo para Atucha III de U$S 5.994 millones, contempla la generación de unos 700 MW. En tanto la otra central sin ubicación definida generará 1000 MW cuando entre en potencia plena, funcionará con uranio enriquecido y agua liviana y prevé una inversión de 8.500 millones de dólares.
Este plan nuclear 2015-2025 prevé una inversión de U$S 31.000 millones, e incluye estas dos centrales, la extensión de vida útil de las Centrales Atucha I, Embalse , mantenimiento de otras instalaciones y plantas de procesamiento del uranio .