¡Qué pena que alguien mayor, formado en la universidad pública argentina, se exprese de manera tan poco reflexiva! ¡Qué pena que un ingeniero deje a un lado la mesura, la prudencia y la racionalidad que deben caracterizar a un profesional para comenzar a endilgar injurias e improperios sin ton ni son! Todo en medio de un debate que lo que más requiere es cordura, ecuanimidad de juicio, sensatez. De nada sirve demonizar al que no piensa como uno piensa. Hay que bajar el tono, parar la pelota, demostrar que lo que uno dice se respalda en hechos y datos comprobados.
Dice nuestro ingeniero que los ambientalistas son “sicarios”; dice, también, que son “idiotas inútiles”. Cualquiera que frecuente de vez en cuando el diccionario de nuestra lengua sabe que “sicario” significa “asesino a sueldo”. Es grave. Da para una demanda quizá.
Pero, además de ser una expresión desubicada e insultante, es por sobre todo totalmente impertinente, porque si yo digo de alguien que es un “sicario”, lo menos que tengo que hacer a continuación es probar tal situación, demostrarla de alguna manera concreta. Señalar, con nombre y apellido, quién recibe y de quién recibe plata; cuánta plata recibe; en qué circunstancias; para qué la recibe, etc. Pero allí se queda el denunciante: alude a ciertos holdings petroleros que manejan más plata que nadie en el mundo y bla, bla… Y nada. Todo gratuito, todo en el aire.
Después dice, llevado por su santa indignación, que los ambientalistas son “idiotas inútiles”. Es gracioso, porque este señor se ha declarado innumerables veces admirador de las formas sociales y económicas del Primer Mundo, de Estados Unidos en particular, y ahora resulta que considera “idiotas inútiles” a un grupo auspiciado supuestamente, según lo que él mismo afirma, por la industria petrolera, expresión máxima de la tecnología de punta yanqui; para no ser contradictorio con lo que predicó toda su vida, tendría que estar en verdad muy orgulloso de que algunos Tinogasteños estén reconocidos y pagados por tan prestigiosa industria.
Los ambientalistas, más allá de estos agravios y de cómo termine esta historia presente, ya acreditan un logro impresionante que la historia reconocerá y apreciará: salvaron a Tinogasta de una mina de uranio a cielo abierto a instalarse a sólo siete kilómetros de su plaza principal. Nos salvaron el agua y nos salvaron de innumerables problemas de salud. Y prestaron este servicio valiosísimo, de gran utilidad para su comunidad sin pedirle un peso a nadie, poniendo garra, entusiasmo, corazón en la lucha.
El mundo seguirá girando, con todos sus grandes problemas a cuestas. Entre ellos, quizá el mayor sea la insaciable codicia y voracidad de este capitalismo desenfrenado, que en su instinto agresivo quizá termine devorándose a sí mismo y volviendo inhabitable al planeta en un plazo no muy lejano.
Esta es otra utilidad de los ambientalistas: generar conciencia, advertir antes de que sea tarde, hacer un llamado preventivo que nos permita reaccionar a tiempo. Cuello también pronostica desastres sociales para cuando el petróleo se acabe y no tengamos el uranio Tinogasteño para reemplazarlo. Aquí conviene recordar que Argentina desarrollando solo su capacidad de generación hidráulica podría duplicar su producción de energía. Y, entre otras alternativas, utilizar por ejemplo la energía del viento (energía eólica). En Aimogasta, acá cerquita nomás, vemos que los 25 molinos de viento que se están instalando van a producir una cuarta parte total de la electricidad de que dispone La Rioja actualmente.
Quiere decir que con 200 molinos eólicos, energía limpia y segura, se duplica el potencial de la vecina provincia y se asegura su desarrollo por varias décadas.
Para terminar, creo que está muy bien defender la Aduana y el paso de San Francisco. Lo que está mal es mentir, como lo hacen los corifeos de la megaminería: decir que todo el tráfico del Paso está bloqueado, por ejemplo; o afirmar que “se paralizó la región” a consecuencia del bloqueo; o decir que se cancelaron casi todas las reservas turísticas, hecho desmentido fuertemente en cualquier fin de semana largo, cuando la presencia de turistas es notoria. ¿Qué mano negra estará detrás de estas versiones antojadizas? ¿Qué grupo económico estará solventando estas afirmaciones? Son preguntas que podríamos hacernos, siguiendo el método del ingeniero Cuello. Pero no. No es lo nuestro. Lo nuestro es, sencillamente, mirar la desnuda realidad y opinar con el mayor respeto y fundamento posible.
Felicitaciones, Luis Alberto, excelente escrito, Aguante TINOGASTA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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