(Colectivo Sumaj Kawsay – Asanoa Catamarca; Docente de la Universidad Nacional de Catamarca)
Como si en la provincia no
hubiera pasado nada en los últimos quince años, como si el poder
tuviera capacidad de extender su eficacia amnésica más allá de
aquellos que lo ‘ejercen’, el todavía nuevo gobierno de
Catamarca se muestra decidido a imponer a rajatabla el cuestionado
‘modelo minero’. Habiendo prometido cambios, lo que ha hecho en
realidad es avanzar hacia la profundización y aceleración del mismo
viejo esquema que tantas resistencias ha generado. Las ‘novedades’
se reducen a tibios intentos por incrementar la porción de la renta
minera que queda en manos del Estado, mediante una vía ya probada
con Alumbrera (el recurso a la creación de una empresa estatal que
se asociaría a las empresas transnacionales para participar en una
porción de las ganancias). En contrapartida, no ha escatimado
esfuerzos –ni se ha detenido en ‘pruritos’ éticos- para usar
los aparatos ideológicos y represivos del Estado en una abierta
campaña propagandística (y de la ‘otra’) destinada a imponer la
fe en el desarrollo minero1.