por Luis Alberto Taborda
Vean la foto. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Nuestro Intendente, Sebastián Nóblega, ¡nuestro Cabo Savino!, aparece sin corbata, con la camisa desplanchada, un tanto despeinado. Y a su izquierda, Roxana Paulón exhibe una media sonrisa forzada parecida a la de la Mona Lisa en el cuadro de Leonardo. Se ve a la legua que no están cómodos en ese salonazo donde los otros peces gordos, los gobernadores, están impecablemente vestidos y parecen sentirse en su ambiente. El secretario de minería de la provincia, Rodolfo Miconne, por su parte, con su presencia de pato vica detrás de la figura chiquita de la gobernadora parece asegurar que las cosas no se saldrán ni por un minuto de cauce.
Sí. La foto es elocuente. Se va de boca. Los dos intendentes cumplen en Toronto un papel menor, casi inexistente. Fueron de relleno, esa es la pura verdad. Cuando vuelvan, hablarán más con sus íntimos, seguro, de lo hermoso que es Toronto, de sus calles impecables, del acuario de Ripley o del restaurante en la cumbre de la CN Tower. Para poder opinar con fundamento acerca de lo discutido y conversado en ese foro de negocios y negociados a máximo nivel mundial hay que tener por lo menos contactos previos y un fluido manejo del idioma inglés.
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| Foto El Esquiú |
En su excelente diccionario Etimológico del idioma español, Joan Corominas asegura que “tonto” es alguien que se propone hacer algo con “insistencia necia y floja”. Traducido: hace algo sin mayor convicción porque no le encuentra sentido. Y tanto Nóblega como Paulón, que son políticos, de cabotaje pero con algún olfato y criterio, saben que el viaje a Canadá y la foto les traerá, de regreso, más problemas que beneficios. En definitiva, que el viaje fue una tontería. Tontería que está reflejada fielmente en la foto que acabamos de comentar.
A ellos no se los votó para auspiciar la contaminación y saqueo de las megamineras. Por lo menos, eso no figuraba en sus plataformas. Fueron acomodándose con el correr de las circunstancias a la voluntad de un gobierno provincial obstinado en darles carta blanca a las empresas y a los allegados de las empresas. Y como los políticos siempre especulan con el futuro posible que les aguarda, enseguida olfatearon que era de conveniencia para ellos ponerse del lado que sopla el viento del poder.
Eso que dice la gobernadora, y que reproducen los diarios de hoy martes, acerca de que en Catamarca “nos amigamos con la minería”, es parte de un formato de discurso muy poco creíble. Ella y su círculo se habrá “amigado” aunque cualquiera se da cuenta andando por los pueblos o navegando por las redes sociales que existe en la base y sobre todo en los jóvenes una fuerte resistencia al avance de los proyectos.
También dice Lucía que “a las comunidades próximas a los emprendimientos se las respeta por sus costumbres y hábitos y que el que dinero que ingresa es reinvertido en el lugar”. Probablemente viva en otra dimensión, porque en Tinogasta al menos, siempre hemos creído que respetar a otro significa dialogar con él, discutir las diversas opciones, tener en cuenta las opiniones adversas y no ejercer una represión salvaje como la del 10F cuando nos encontramos con gente que no piensa o actúa como nosotros. Y en cuanto a reinvertir en los pueblos, también es discutible, viendo el panorama actual en donde hay tantas obras básicas, prioritarias todavía sin realizar.
Así son las cosas. Nuestro Intendente hablará y hablará, explicando de manera difusa su punto de vista, tratando de traducir a un lenguaje medianamente normal, las razones y resultados del viaje. Pero, en el fondo, cualquier vecino atento podrá escuchar la verdad de lo sucedido: fui a avalar la política minera con la que se intenta avasallar a la entera provincia de Catamarca, a poner la firma en los acuerdos que abrirán la tranquera para que, más allá del litio, todo tipo de minerales sean ofrecidos a la voracidad de las empresas extranjeras. Incluso el uranio, que tan malos recuerdos nos trae a los tinogasteños.
La Recalada, Tinogasta de Catamarca, 6 de marzo de 2018.-
