martes, 11 de agosto de 2015

Chau Grillo


Por Luis A.Taborda, para El Espejo Digital


Pensé escribir esta nota recién en octubre. Pero no, los tinogasteños se anticiparon y lo lograron ayer, 9 de agosto de 2015. Desde hoy, entonces, resulta válido decir: Chau Grillo, chau, te deseamos lo mejor, porque los hombres de bien no guardamos rencores, ni propiciamos la desgracia de nadie.
Chau Grillo. Fuiste. Fue el resultado lógico de una suma impresionante de errores y desaciertos. Con tu limitada visión de la política confundiste el camino y aquello que no debió de dejar de ser nunca un agradable paseíllo por la arena de la función pública, se convirtió para vos en una tortura y en un tormento.
Y digo “agradable paseíllo”, porque Tinogasta es un pueblo manso y paciente, que tiene bondad y la tolerancia para aguantar a un funcionario que se equivoca y darle una y otra oportunidad. Pero todo tiene un límite, más allá del cual los vecinos se resienten porque comprenden, al fin comprenden, que no se les puede tomar por tontos toda una vida y que el mejor correctivo que ofrece la democracia es no votar a alguien y listo.

Chau Grillo. Te recuerdo allá por el año 2000, cuando eras prácticamente un desconocido que acababa de volver a su pago. Comprabas de vez en cuando algún libro en Kakán, la inolvidable librería frente a la Plaza principal, y te sentabas a leer en un banco. Esa imagen era hermosa, iluminaba: ver a alguien joven, promisorio, con futuro, interesado en historia, en cultura, en política. Alguien especial, distinto, que parecía anunciar un nuevo temple, un ideario, cierta responsabilidad, cierta capacidad para ver un poco más allá, para trascender la circunstancia y el momento.
Por eso, rápidamente, en la Unidad Básica, este buen lector se destacó. Tenía un discurso armado, repleto de palabras ajustadas a cualquier tema en cuestión. Y era decidido y vehemente. Así que fue casi natural su consagración como Concejal. Allí comenzó a rodar su fortuna política. Y allí comenzó también a manifestarse que esa verba contenía también elementos de demagogia, cierta tendencia al discurso fatuo y a la enunciación de promesas que ni siquiera habían pasado por el filtro de la mínima realidad antes de enunciarse. En otras palabras, fue apareciendo un “macanero” más. Un macanero ilustrado, leído, pero, por eso mismo, un macanero peligroso.
Pero claro, las sociedades, los pueblos, muchas veces se encuentran entre la espada y la pared. Tienen su corazoncito peronista o radical pero deben elegir entre candidatos de una pobreza franciscana. Elegir entre estar en la parrilla o caer directamente sobre las brasas. Así pasó, lo recordarán ustedes. Y pasó más de una vez. Y esto fue lo que aprovechó nuestro politiquito. Meterle para adelante a los pechazos, sin prejuicios, con audacia e inconsciencia (en partes iguales). La idea era sencilla: busquemos el cargo y luego veamos que hacemos en él. Aunque claro, lo primero de lo primero es ver cuál es el negocio, es decir cuáles pueden ser las fuentes de dinero disponibles en la administración municipal para comenzar a hacer una diferencia que nos permita seguir montados en la calesita.
La fachada que se utilizó fue la famosa Carta Orgánica Municipal. Quizá la única iniciativa importante de sus dos gestiones. Pero pasó que la Carta nunca dejó de ser un enunciado retórico, sin sustento real, una especie de pantalla destinada a avalar los desmanejos y las irregularidades. Una especie de cortina de humo que intentaba hacer aparecer a Ávila como al estadista ocupado en los grandes temas, cuando en realidad lo que más tiempo le llevó una vez instalado en el sillón de calle Antonio del Pino fue ver de qué manera acomodaba las cosas para darle “vento” a un sistema retórico, unipersonal, chiquito, intrascendente.
Hugo "Grillo" Avila intendente de Tinogasta, perdedor de las
PASO. 

Compró un par de periodistas (los mismos de siempre). Acomodó a ciertos conmilitones. Anuló al Concejo Deliberante en su función de órgano de control. Diluyó a la misma Auditoría que la Carta había creado. Y se dispuso alegremente a dibujar un horizonte de promesas incumplibles que recitaba ante micrófonos complacientes. Con esto, pensó, me basta y sobra. Total, los tinogasteños son unos borregos a los que siempre se los puede hacer votar como uno quiere llegado el caso.
Chau Grillo. Me parece un gesto de dignidad el resultado de la elección. Ahora saldrás seguramente a lamentarte y denunciar conjuras, deslealtades y traiciones. Es lo previsible, no te da para más: el tramposo piensa que los otros también lo son. La gente común, mientras tanto, respira aliviada. Era hora de resurgir, de tener un nuevo horizonte. De alimentar una nueva esperanza de cara al futuro. Y de dar una oportunidad a otros jóvenes dirigentes para intentar la patriada que nos hace falta para poner otra vez a Tinogasta a existir en el mapa de la provincia. Es la hora, al fin, de la renovación política que se necesita después de un par de décadas de increíble atraso. Y en esta nueva etapa vos ya no tenés lugar.

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